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8 pueblos de la Selva Negra de Alemania tan románticos que los agendarás para tu próximo viaje en pareja

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By Adriana Herrera

Dicen que la Selva Negra de Alemania es uno de los destinos más bonitos y románticos del mundo. Imagina un bosque negro que crea paisajes de ensueño entre praderas, montañas rocosas, ciudades, pueblos, lagos y cascadas increíbles.

Esta maravilla de región ocupa cerca de 11.000 km2 al suroeste del país y es uno de los lugares más visitados de Alemania.

Sigue con nosotros para descubrir los pueblos y rincones que ver en la Selva Negra para entender por qué este lugar es, junto a la Baviera alemana, uno de los destinos más románticos del país europeo.

Breve historia de la Selva Negra alemana

El famoso lago de Titisee. © Sue Martin/Canva

La Selva Negra no es realmente una selva. Su nombre en alemán es Schwarzwald y significa “bosque negro”. Es, más bien, un macizo montañoso que limita con Suiza y Francia, con el Rin haciendo frontera en ambos lados.

El origen de su nombre se remonta a la época romana -hay registros del año 868- y se debe al bosque espeso de abetos al que no entra casi luz, formando ese paisaje único que tanto inspiró a los hermanos Grimm para escribir los cuentos de Blancanieves, Caperucita Roja, Hänsel y Gretel y varios más. 

Qué ver en la Selva Negra de Alemania

La Selva Negra alemana es un entorno montañoso, pero no son montañas de gran altura. Entre ellas se levantan más de 300 pueblos y paisajes idílicos en los que vale la pena detenerse para dejarse fascinar por su encanto.

Puedes recorrer la Selva Negra en 4 ó 5 días si vas con calma, comenzando por Friburgo y terminando en Baden-Baden. La mitad de la región está ocupada por dos parques naturales, declarados Reserva de la Biosfera y por eso es un destino tan buscado para hacer rutas de senderismo, esquí y otras actividades. 

Queremos dejarte aquí algunos pueblos y lugares imprescindibles para que los incluyas en tu ruta de viaje:

Friburgo, puerta de entrada a la Selva Negra de Alemania

Friburgo de Brisgovia. © magann/Canva

Su nombre completo es Friburgo de Brisgovia y es la ciudad por donde puedes comenzar a recorrer la Selva Negra alemana. Es una ciudad muy verde, con poco más de 200.000 habitantes y con una alta calidad de vida.

En la Plaza de la Catedral se respira su ambiente universitario, con muchas terrazas y pubs (kneipen). Allí se instala todos los días un mercado -menos los domingos- y es el punto de encuentro para explorar sus calles empedradas repletas de casas de colores. 

Panorama de Friburgo. © photocluster/Canva

Más allá de su impresionante catedral gótica, no hay que dejar de ver los edificios del Ayuntamiento y sus plazas. El viejo ayuntamiento data del siglo XVI y el nuevo, del año 1900, llama la atención por el carillón que se activa todos los mediodías. También el Convento de los Agustinos, la Casa de Erasmo y el Claustro gótico de los Franciscanos. 

No te vayas de Friburgo sin tomar una cerveza en Zum Roten Bären, la posada más antigua de Alemania. Imprescindible es probar la Selva Negra, la famosa tarta de chocolate negro con cerezas y licor.

Triberg

© Pusteflower9024/Canva

A 60 kilómetros de Friburgo aparece Triberg, un pueblo muy famoso en la Selva Negra de Alemania, por sus cascadas y la fabricación de los relojes de cuco.

Solo en Eble Clock Park, la casa de relojes más importante de Alemania, podrás ver más de 1000 tesoros antiguos haciendo ¡cucú! a la vez. Pero además, te conseguirás muchas fábricas más que ofrecen ejemplares de distintos tamaños, colores y detalles. Incluso, en uno de los talleres más antiguos es donde arman los relojes de cuco más pequeños del mundo y podrás pasar a verlos. 

Las famosas cascadas de Triberg. © Joan Dana/Canva

Más allá de los relojes, las cascadas de Triberg (a las que puedes llegar desde el centro en media hora, por un camino bien señalizado) son una recarga natural que hay que ver de cerca: alcanzan los 160 metros de caída libre y son las más altas del país. 

Gengenbach

El encanto del pueblo de Gengenbach. © Luis Camarasa/Canva

Gengenbach es uno de los pueblos más bonitos de la Selva Negra alemana. Es muy conocido por sus calles empedradas y por las fachadas típicas del sur de Alemania, enmarcadas con maderas de distintos colores. 

Su pasado medieval, las puertas fortificadas, las flores y callejones le dan un toque único. No dejes de ver la Torre Kinzig (¡y subir a lo más alto!), la iglesia de Santa María, el Monasterio Benedictino y pasear por la calle Engelgasse en la que reconocerás escenas de la película “Charlie y la fábrica de Chocolate” (2005).

Mercado de Navidad de Gengenbach. © sack/Canva

En Marktplatz, la plaza principal, destaca el Ayuntamiento, con más de 200 años de antigüedad y en el que cada Navidad se forma un gran calendario de adviento, al iluminarse sus 24 ventanas.

Y es que Alemania tiene fama de tener unos de los mercados navideños en Europa más bonitos y el de Gengenbach no es la excepción. 

Schiltach, un pueblo de ensueño en la Selva Negra de Alemania

Las típicas casas de estilo alemán en Schiltach. © Fotomax/Canva

Schiltach parece un pueblo de postal. Nada más llegar verás las típicas casas alemanas de madera con tejados de punta y ¡lo mejor! caminarás por el Städtle, su casco antiguo medieval que se conserva casi intacto, con casas que datan de los siglos XVI y XIX.

Toda la actividad del pueblo gira en torno al Marktplatz, el mercado del año 1590 que fue recuperado tras un incendio y en el que conseguirás mucha artesanía y productos locales. Allí también está el Ayuntamiento y es el punto de partida para comenzar a recorrer sus calles empedradas y ¡muy empinadas!.

Puedes visitar gratis el Schüttesägemuseum, dedicado al procesamiento de la madera; o el Museum am Markt en el que puedes conocer más sobre la historia del pueblo. 

Sasbachwalden

El pueblo de Sasbachwalden. © eurotravel/Canva

Dentro de tu ruta en coche por la Selva Negra en Alemania, no puede faltar una parada en Sasbachwalden, uno de los pueblos más bonitos (¡ha recibido premios por ello!) y conocido por sus excelentes vinos y casas de madera muy coloridas.

Puedes visitar el castillo de Hohen rode, la iglesia de Heiligen Dreifaltigkeit -que es un punto importante de peregrinación- y seguir la ruta de los molinos de agua para llegar al Straubenhöfmühle, construido en 1789 y que verás de camino a las cascadas de Gaishöll, después de cruzar 13 puentes y 225 escalones.

Disfruta también de un recorrido por sus viñedos y termina el día en una de sus tantas bodegas probando uno de los vinos de la zona.

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Gutach

© TKphotography64/Canva

Un viaje a la Selva Negra de Alemania no está completo sino pasas por Gutach, uno de los pueblos más pintorescos, con sus casas de madera entre montañas y ríos, que ha sido inspiración de muchos paisajistas.

Recorrer su centro histórico y calles no toma mucho tiempo. Así que luego puedes aprovechar alguna de sus rutas de senderismo como el camino Park mit Allen Sinnen, de apenas 2 kilómetros que te llevará al interior de la Selva Negra. 

En Gutach podrás ver el Black forest Open Air, un museo al aire libre con casas donde vivía la población hace 400 años y que es una de sus atracciones principales. Además, no dejes de subirte al Sommerrodelbahn, un tobogán de más de 1000 metros de altitud en medio del bosque, en el que puedes deslizarte controlando la velocidad. 

Lago Titisee, lo más bonito de la Selva Negra de Alemania

© Simon Dux/Canva

Lo mejor de hacer turismo en la Selva Negra de Alemania, es conseguir paisajes increíbles mientras vas de un pueblo a otro. Y es que el lago Titisee es una de las postales más hermosas que podrás ver al hacer alguna ruta de senderismo por el bosque.

Se trata de un lago de origen glaciar, con 1.3 km2 y es el más largo de la Selva Negra alemana. Allí no tan solo podrás darte un buen baño durante los meses de verano, sino que también puedes dar paseos en barco, alquilar botes de remo y disfrutar de la tranquilidad.

Además, puedes subir a la noria que está a la orilla del lago para tener una de las mejores vistas sobre el agua, pueblos y montañas. 

Castillo de Schauenburg

© rsester/Canva

Aunque ninguno de los castillos más famosos en Alemania están en la Selva Negra, vale la pena darle un vistazo al Castillo de Schauenburg, cuyas ruinas se han mimetizado con el entorno natural, dando un toque distinto al paisaje del bosque. 

Está situado en la cima de una colina en Oberkirch, a 367 metros de altura sobre el río Rench y fue construido en el siglo X por el duque Berthold II de Zähringen. Una edificación que ha soportado dos invasiones y el paso del tiempo. 

Si te gusta visitar fortalezas y viajar por la historia, no dejes de pasar por este castillo en tu viaje por la Selva Negra alemana.

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